Monasterio de San Miguel, Lliria, 11 de abril de 1990. Último día.
Real Monasterio de San Miguel (Liria), 11 de abril de 1990 ¡Hola Jesús! Permíteme agradecerte los dones recibidos durante estos ejercicios y que hoy dirija mi carta a nuestra madre María. María, ¡cuánto te amo! Eres modelo de todas las virtudes, en ti veo la mujer creyente y fiel a su promesa. Desde Nazaret hasta Jerusalén, largo caminar de gozo, dolor y gloria, siempre junto a Él, humilde no presumes de ser la “gratia plena”, el “capricho de Dios”, la única mujer que sobresale entre los hombres y mujeres. Cuando a ti hablo mi corazón se enciende. Es como si estuviese locamente enamorado de una chica y hablase de ella. Mis ojos te ven, mis oídos te oyen, mi corazón te siente, mi boca se llena de ti y siento que tú me escuchas. Cuan grande es Dios. Se enamoró de ti, una humilde sierva, y te ofreció a su mismo Hijo. Sentiste a Jesús en tu vientre, de tus pechos se Dios se alimentó. ¡Qué delicia sería veros a los dos, madre e hijo, Virgen de Oreto! Dichosa tú que tocaste y vivi