San Miguel de Lliria. Tarde del 10 de abril de 1990.
Real
Monasterio de San Miguel de Lliria, tarde del 10 de abril de 1990
Jesús:
Cuan
difícil es evangelizar la sociedad del siglo XX, como también lo fue para tus
amigos. Ellos chocaron con un judaísmo cerrado, que no admitía la novedad del
Evangelio, y un Imperio Romano cimentado en el poder omnimodo del emperador.
Hoy
intento evangelizar con el testimonio, con la palabra y lucho contra otro mundo
cerrado, que no va más allá de sus narices, que vive ciego a tu amor y se
conforma con ser agnóstico, pasar de la cruz. Jesús, lo sabes, cuando discuto con
jóvenes sobre la fe me siento inútil, acosado, sin tener argumentos válidos. Les
hablo del amor y me llaman sentimental, les hablo con la razón y me llaman
fanático, les hablo con la fe y me llaman irracional.
Para
este mundo la fe es irracional, la Iglesia una multinacional. Te lo confieso,
muchas veces me he sentido impotente ante ellos, he llegado a pensar si tendré
yo la razón o ellos. Pero tu amor me ha salvado, sin embargo te pido que me
ayudes a evangelizar. Da el don de la fe a los jóvenes agnósticos, pues sin
ella lo único que hago es hablar con muros de piedra.
Jesús,
¿cómo hablar de ti a un mundo que niega tu naturaleza divina y tu resurrección?
Tú sabes la respuesta. Yo he llegado a la conclusión de que solo el testimonio
y la oración, apoyados en ti, y la paciencia dan sus frutos. Pues tú que te
manifestaste ya encontraste dificultades, como no yo, tu siervo.
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