Ejercicios ignacianos. 26 de marzo de 1991.
Casa de Espiritualidad Salesianos Calicanto,
26 de marzo de 1991.
Si quieres ser
perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro
en el cielo.
Estimado
Jesucristo:
Realmente
seguirte a ti no es fácil, pues implica abandonarlo todo por ti. En estos
momentos siento que no me será costoso, Jesucristo. Hoy, ahora, estoy dispuesto
a dejarlo todo y descubro el mejor medio el monacato. Dejar a los padres, la
casa, los amigos, mis pertenencias, no tener nada. Ni el hábito que llevas te
pertenece.
Jesucristo,
¿es realmente este el camino?, o ¿también en el sacerdocio implica abandonarlo
todo? Ahora siento que no, pues los padres no los abandonas, continuas teniendo
tu casa, solo que en vez de tener una tienes dos, la del pueblo y el seminario
o la casa abadía, tus amigos continúan siéndolo, sigues viviendo en la sociedad
de consumo, comprando libros y más libros.
Pero
Jesús, es verdad que también dejas, pues sabes que no vas a vivir donde quieras
sino en la comunidad donde el obispo envíe, en la iglesia donde te destine.
Renunciarás a tener unos hijos y una mujer, a vivir como los que rodean. Estás
expuesto a todo tipo de burlas y murmuraciones. Jesús, ¿qué es lo que me
pides? Si te hiciese caso marcharía al monasterio, abandonándolo todo por ti,
pero nunca he considerado esta mi vocación. Sin embargo tu llamada continúa,
déjalo todo, abandónalo todo. Jesús, las cosas que me atan al mundo son: la
radio, se ha convertido en una necesidad, los libros, ya no se si necesito
gastar tanto en libros, los periódicos, el descanso.
Jesús,
ayúdame a liberarme de aquello que recuerdo y de aquello que he olvidado.
Hoy
quiero pedirte que me ayudes, es verdad que ahora estoy dispuesto a todo por
ti, pero tú me conoces y sabes que mañana puede suceder lo contrario. Ayúdame a
superar, que María me ayude.
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